y mi muerte no quieres...

Tú, que si me castigas, me consuelas,
me atribulas y animas,
me alegras, si me aflijes,
y mi muerte no quieres,
puesto que así me estimas
que a solas me corriges
-yo, a la luz que me das, busco quien eres-,
si a mi discurso en las distancias vuelas,
perdona mi alabanza,
que no se atreven mis manchados labios
en las querellas del amor y agravios;
perdona mi alabanza,
pues cuando vuela más, menos te alcanza.

Escribe Pedro Soto de Rojas en su Paraíso cerrado para muchos...
Habla de poesía, habla de amor. Y aquí la paradoja: con la poesía y el amor se sabe lo que no se entiende...

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