No lo podemos dejar pasar por alto. Es una realidad terrible: por cada mujer muerta hay mil con secuelas. Una tragedia silenciosa amplificada como noticia en los medios de comunicación. La educación (en las escuelas, los institutos) tiene una de las claves más potentes para cambiar esta infernal deriva social. Isabel Coixet (hoy vamos a leer un texto suyo en clase) quiso filmar un documental sobre la violencia doméstica, que iba a titular Más me duele a mí. No pudo realizarlo por diversos motivos, pero nos ha dejado el testimonio de su experiencia al entrevistarse con mujeres maltratadas, y es bueno que escuchemos lo siguiente, porque estáis en la edad del amor y no todo lo que reluce es justamente amor: "Aprender a reconocer los signos que indican que tal tipo es un claro candidato a hacernos la vida imposible, saber distinguir entre amor, violencia y posesión, es de las pocas cosas que sí están en manos directas de las mujeres. Es un aprendizaje largo, doloroso y nada fácil, pero terriblemente necesario. Nadie lo va a hacer por nosotras. Ésa es una de las cosas que han aprendido las mujeres que han superado situaciones violentas: estar fuerte, respetarse a una misma, hacerse respetar".
Hay una película (la hemos pasado hace unos años en el instituto) de Icíar Bollain, espléndida: Te doy mis ojos. Los que no la conozcáis, haced un hueco en vuestra vidas y abrid bien esos ojos que damos a veces con tanta facilidad enamorada. Y el libro que nos recomienda Isabel Coixet Mi marido me pega lo normal y que sí, vamos a comentar hoy en clase. Me gustaría también trabajar un valoración crítica de un par de viñetas de Dinero, que algunos ya habéis ojeado en la biblioteca.
Pues lo dicho: Abrid bien los ojos. El rumbo de este espantoso terrorismo machista se puede cambiar. Entre todos.
Si queréis saber más cosas sobrIsabel Coixet y sus películas, visitad su página. Cosas que nunca te dije, Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras son obras de una sensibilidad y una inteligencia muy,muy especiales...
3 comentarios:
Hay momentos en la vida en los que te das cuenta de que si no te salvas tu no lo ara nadie por ti. Y con esto quiero decir que el amor no es siempre ciego primero asegura tu bienestar y el de los tuyos y luego entrégate a quien quieras y con la pasión que creas conveniente, ya que, si no lo haces el dolor de los golpes no será nada, comparado con el dolor que le causará a los tuyos.
Esta claro que hay veces que no lo vemos venir pero debemos ser fuertes para cuando pase poder decir YA BASTA!
También hay que aclarar que, por supuesto, no todos son así. El amor llega y cuando lo hace hay que ser feliz pero nunca dejar que nadie te pisotee.
Pero.... tambien hay momentos en la vida que si te puede salvar otra persona.Yo creo sinceramente que no es nada facil pero bueno hay momentos que tienes que agarrarte a la gente que quieres y luchar hasta el final.Finalmente,quiero decir que hay que luchar hasta el final,el que no lucha no gana.
Hola Esperanza, soy Irene. Te mando el trabajo de literatura contemporanea. No trata sobre la violencia de género, pero de algun modo describe otro tipo de discriminación y humillación hacia la mujer, como es el hecho de privarla de su libertad. Te dejo mi correo electrónico,(Irene.Llorca@hotmail.com) me gustaria que te pusieras en contacto conmigo ya que quiero comentarte unas cositas. Un saludo, espero que te guste.
LAS MUJERES PERDIERON LA GUERRA
28 de Marzo de 1939, victoriosa entrada en Madrid del General Francisco Franco. Mientras que algunos celebraban con gran alegría esa entrada, miles de personas atemorizadas huían hacia los puertos de levante y a través de la frontera con Francia, buscando afanosamente la salida del país. Faltaban pocos días para que el general declarara el fin oficial de la guerra. Guerra que para tantos millones de personas supondría el fin de su libertad. Durante aquellos días tuve sensaciones diversas, supongo que debería de haberme alegrado por el fin de aquella guerra y de tanto sufrimiento, pobreza, miseria que ella conllevo, pero mis sentimiento no fueron de alegría… todo lo contrario: de pena, tristeza, incluso rabia… !La muerte de tantas persona no había servido para nada!. Teníamos que resignarnos a perder, a vivir con algo que no habíamos decidido, a sufrir en silencio la perdida de nuestros familiares, de nuestros derechos, de nuestras libertades… Sufrir de igual modo otra guerra pero esta ya con un claro vencedor.
Mi familia: mi padre Antonio hijo de madre soltera que vino a la capital huyendo de la vergüenza de un embarazo. Hijo de un señorito de la Castilla profunda que engaño a mi abuela, una niña de 16 años con falsas promesas de amor. Mi abuela llego a Madrid en el año 1890. Empezó a trabajar en casa de un anciano cura y sus tres hermanas solteras. Cuando nació mi padre le cuidaron como a un hijo. No percibía ningún salario, trabajaba por el techo, la comida y algunas tardes libres iba a coser a casa de una modista muy reconocida de Madrid. Mi padre creció en una España dividida, hambrienta, pobre, atrasada y analfabeta.
Como miles de personas sin recursos tubo que hacer la mili (los ricos pagaban para no acudir) y el cura que le vio crecer le consiguió un puesto de asistente de un capitán. El capitán Don Fernando marques de Santa Eulalia y grande de España, idealista y con ganas de hacer carrera militar. Para desgracia de mi padre el capitán Don Fernando pidió que le trasladaran a África. La vida en el cuartel era tranquila, mi padre que sabia leer y escribir ayudaba a sus compañeros analfabetos con las cartas de sus familiares.
Una mañana, el destacamento de mi padre salió de patrulla y al cruzar por un desfiladero cayeron en una emboscada. Murieron todos menos mi padre, el corneta y Don Fernando; aunque herido sobrevivió. Mi padre se quedo al cuidado de D. Fernando. Los moros pidieron un rescate al ser D. Fernando un hombre de noble cuna. A los meses fueron liberados y volvieron a la península. El marques cojo y mi padre después de unas grandes fiebres enfermo de tifus, estuvo en cama varios meses y tuvo que dejar el trabajo (Era ebanista, oficio que aprendió de niño).
El marques le consiguió un trabajo en correos gracias a que mi padre no era analfabeto. Allí empezó a interesarse por la política, iba a reuniones de socialistas y republicanos. De mi padre tengo miles de recuerdos: el 14 de abril de 1931 estábamos en la puerta del sol cuando se proclamo la II República. Poco después falleció a causa del tifus y en el lecho de muerte recuerdo que me dijo: hija mía ´´ la libertad no se da, se gana día a día ´´.
Mi madre: maría hija de campesinos que emigraron para poder sobrevivir. Aprendió a leer y escribir con una señora a la que su madre (mi abuela) servía. Desde muy joven se puso a servir y coser. Una fría tarde de invierno empezó a llover y mi madre que venia de coser se refugio en un portal y allí estaba mi padre, después de un noviazgo breve para la época (dos años) se casaron.
Mi hermano tomas el mayor, soñador, trabajador, afiliado a la CNT. Al estallar la guerra se alisto en el ejército popular.
La muerte de mi hermano Tomas en la batalla del Ebro termino con el y con la derrota republicana y sus 70,000 bajas en noviembre de 1938. Y digo que termino con el porque no volvíamos a saber nada mas y como nosotros muchísimas otras familias sufrieron con la perdida de sus familiares y el hecho de no saber de su paradero. Jamás le pudimos enterrar, jamás pudimos velar su cuerpo, jamás le pudimos considerar un muerto de la guerra civil, aquí solo había unos muertos y por supuesto, no eran los de los perdedores.
La guerra y el asedio de Madrid provocaron el debilitamiento de Madrid como foco irradiador de la cultura republicana, y provocaron la marcha de la flor y la nata de los intelectuales republicanos a Valencia, nueva capital republicana, en noviembre de 1936.
Mi hermano José Luis, gran intelectual de la época nunca combatió en el frente. Durante los años de la republica, mediante la pluma colaboro con la publicación de artículos en el periódico el Sol, desaparecido en la guerra civil. Durante la guerra se dedico a escribir proclamas republicanos y continuo haciéndolo después de exiliarse a Francia.
Y yo la que escribe, Carmen de 18 años la pequeña de tres hermanos, la única mujer, la joven Carmen a la que habían robado su juventud por culpa de una guerra y a la que obligaban a adaptarse a unas ‘’maneras de hacer’’ que según ellos eran las correctas para una jovencita como yo. Y así fue, nos obligaron a adaptarnos, a mí y a tantas otras que se encontraban en mi misma situación. Ahora no podíamos disfrutar de aquellas cosas que antes no les dábamos la mayor importancia. El hecho de que la república perdiera la guerra tuvo una doble repercusión para las mujeres: para las comprometidas con las libertades y la democracia como yo, supuso las mismas o peores consecuencias que para los hombres, y para todas en su conjunto significó la pérdida de una legislación republicana que les era favorable, viendo como sus derechos quedaban reducidos a casi nada. Surgirá ahora una dualidad en la imagen de la mujer: la madre de familia en su sentido más reaccionario, promocionada por la sección femenina (dirigida por Pilar Primo de Rivera, hija del dictador Primo de Rivera), y las vencidas como era mi caso, que quedaron fuera de esta órbita y sobre las que recayó la represión más brutal, siendo su único delito en algunos casos ser familiar de hombres republicanos. Como ya os he comentado el régimen encabezado por Franco desarrolló una legislación que excluía a las mujeres de numerosas actividades, en el intento de mantenernos en roles muy tradicionales cosa que poco tenia que ver con las tendencias de la época. A partir del 1 de Enero de 1939 se obligó a dar de alta a las mujeres y a los hombres por separado. Aquellas debían declarar el nombre del cónyuge, su profesión, lugar de trabajo, salario y número de hijos. Todo esto a mi no me afecto porque por aquel entonces yo era una jovencita soltera y sin hijos a mi cargo. Antes de que estallara la guerra yo era una estudiante universitaria de derecho con un gran porvenir. Durante la guerra a causa de que mi hermano fuera voluntario al frente y por motivos políticos, mi hermano José Luis tuviera que marcharse a valencia con el gobierno de la república, mi madre, una mujer viuda que no obtenía ningún tipo de ayudas; no pudo hacerse cargo de mis estudios y tuve que abandonarlos. Por aquel entonces estuve ayudando como miliciana republicana, impartiendo clases a niños, ayudando en los comedores sociales…. Al finalizar la guerra mi situación se fue complicando por momentos. El país sumido en una gran crisis y la situación de la mujer que empeoraba por momentos.
A finales de 1939 se prohibió a las mujeres inscribirse como obreras en las oficinas de colocación, salvo si eran cabezas de familia y mantenían a ésta con su trabajo, estaban separadas, se hallaba incapacitado el marido, o eran solteras, bien sin medios de vida, bien en posesión de un título que les permitiera ejercer alguna profesión. Mi situación era muy complicada puesto que era una mujer soltera. Supuestamente, sin familia a la que mantener y sin derechos, por ello, a poder valerme por mi misma. Allí estaba mi madre que dependía de mi y de los pocos ingresos que de forma clandestina nos hacia llegar mi hermano. Pero a ellos nuestra situación poco les importaba. Tampoco contaba con ningún título para poder ejercer una profesión y además estábamos sometidos a una fuerte represión. Durante la posguerra la miseria se cebó especialmente con las mujeres. Un ejemplo claro fue el aumento de la prostitución, tolerada hasta 1956. Fenómeno que se convirtió en una válvula de escape de una sociedad moral y sexualmente opresiva, sometida a los preceptos de la iglesia. En aquellos años tan difíciles para nosotras nació el Patronato de Protección a la mujer, presidido por la mismísima Carmen Polo de Franco (señora de misa diaria y piadosa que no se escandalizaba de las miles de penas de muerte que formulaba su marido). Buscando para las prostitutas, o como ellos las llamaban ´´ Mujeres caídas ´´, impedir su explotación, apartarlas del vicio y educarlas con arreglo a las enseñanzas de la religión católica. Durante los años 40 conocí a un gran número de mujeres que se dedicaron a la prostitución, muchas de ellas porque no encontraron otra salida a sus problemas en aquellos años tan difíciles de la posguerra española y otras por decisión propia. Resultaba un negocio muy rentable dada la situación del país.
Los casi 40 años de dictadura fascista asumirá la trilogía: dios, patria, y familia. A la hora de tratar a la mujer, su actitud antifeminista le hace ver a la mujer como un ser inferior espiritualmente e intelectualmente, que carecía de una dimensión social y política y que tenía una vocación inequívoca de ama de casa y madre. Por tanto, estábamos sumisas en todos los sentidos. Frente a los padres primero y mas tarde frente al marido. En definitiva, alejamiento del trabajo extradoméstico, de los foros de vida pública, la mujer se encargara de la educación de los hijos en los valores del régimen y en el ámbito sexual mas de lo mismo; se reprimirá cualquier atisbo de libertad en el cuerpo de la mujer, persiguiendo activamente el aborto, eliminando el divorcio y manteniendo una política natalista que, aunque fracasará, será el pilar básico del discurso dirigido hacia la mujer. Toda la propaganda franquista se dirigía a la mujer de este modo, estos eran nuestros derechos, ni uno mas ni uno menos. No había nada que decidir, que debatir, ni mucho menos que opinar. Las decisiones ya estaban tomadas, ellos decidían por ti y esa era tu libertad. El organismo que en España asumió la organización de las mujeres fue: La Sección Femenina. Encabezada por la hermana del fundador de la falange, Pilar Primo de Rivera. Esta organización intentó emular a las organizaciones nazis y fascistas, pero con sus propias peculiaridades. En este caso, con una gran presencia del elemento religioso. Tenía como misión la aceptación del régimen entre las mujeres, aunque para muchas de nosotras fue una forma más de humillación por parte del régimen que nos consideraba un simple objeto al que se puede manipular, y utilizar para sus fines. Aunque intentaran poner de manifiesto la dignidad e importancia del trabajo de ama de casa, la gran relevancia del cuidado y educación de los hijos y su gran influencia en el medio familiar a la hora de conformar comportamientos sociales y políticos. Es decir, se trataba de anular las posibilidades de cambio de unas mujeres en creciente dinamismo y que habían iniciado con el cambio de siglo un replanteamiento de las relaciones personales y de su presencia en la sociedad o en la política. Después de varios años sobreviviendo como podíamos, sin saber nada de mi hermano desde hace meses, mi madre fallece. Tomé la decisión de retomar mis estudios universitarios que era lo que realmente me apasionaba. Trabajaba de sirvienta en algunas casas que anteriormente se dedicaba mi madre. Me dieron la oportunidad de ocupar su puesto al poco tiempo de fallecer ella y con aquellos trabajos pude ir tirando al mismo tiempo que acababa mis estudios. Me obligaron a realizar el servicio social, ya que, era obligatoria para aquellas mujeres solteras o viudas sin hijos menores de 35 años, que debían realizar durante seis meses, y seis horas al día salvo festivos. Comprendía una serie de actividades de carácter adoctrinador, el primer mes a base de lecciones sobre nacional sindicalismo y estructura del estado, la llamada ´´ formación teórica ´´. Dos meses estuve asistiendo a ´´ escuelas del hogar ´´, donde recibía instrucciones sobre como ser una buena ama de casa. Mediante la realización de trabajos como: coser, cuidados de puericultura, clases de cocina, etc. Y tres meses de ´´ prestación ´´ que se cumplían mediante comedores infantiles, talleres, hospitales y diversas instituciones. Era imprescindible que realizara el cumplimiento del servicio social para obtener cualquier título. Más tarde fue necesario para muchísimas cosas más, desde: pasaporte, carné de conducir, licencias de caza o pesca, pertenencia a asociaciones de todo tipo, etc. A medida que fue pasando el tiempo el servicio social se convirtió en la instrucción del hogar, en forjar buenas amas de casa que era lo único que les importaba. Menos conocidos fueron los círculos de medina, algo a lo que también me obligaron a asistir para poder llegar a ejercer algún día. Dirigido a la mujer de clase media y alta urbana y a las estudiantes de bachiller y universitarias. Consistía en locales con salones de actos y bibliotecas en donde se programaban conferencias, encuentros y actos culturales de todo tipo, como conciertos o exposiciones. Nunca conocí a nadie interesante, nunca nadie me aportó nada que me hiciera cambiar de opinión por un momento y pensar que todo aquello que estaba sucediendo tenia algún sentido para nosotras, que todo lo que nos pretendían enseñar servia para algo mas que para tenernos entretenidas y que no molestáramos y por supuesto que no pensáramos. Después de los años 40 y principios de los 50 en que los falangistas empiezan a perder terreno surge la acción católica, como canalizador de muchas inquietudes de las mujeres. Se planteó de forma selectiva, no para ser una organización de masas como la sección femenina. Representó una posibilidad real para las mujeres de alcanzar una cierta visibilidad dentro de una estructura eclesiástica claramente masculina e incluso generalmente misógina. Es decir, suponía una presencia pública y un cierto nivel de responsabilidad de las mujeres.
Finales años cincuenta, España comenzó un proceso de apertura hacia el exterior. Las mujeres españolas aun bajo las órdenes de la dictadura franquista, empezábamos a disipar unos rayos de luz. Así es como en 1958 y en 1961 se publicaban sendas leyes que, en el plano de la vida civil y laboral, introducen algunas tímidas reformas. Por aquel entonces yo ya era licenciada en derecho y trabajaba en un despacho. Despacho de don Álvaro, hijo pequeño del marques don Fernando a los que sirvió mi padre. Al estallar el golpe del 18 de julio se sumo a los generales golpistas. Después de la guerra obtuvo grandes beneficios, e hizo una fortuna con el estraperlo (era ilegal pero el régimen consentía a los suyos).
Aunque conocían las tendencias políticas de mi familia y mías se sentían obligados a ayudarme, pues mi padre le salvo la vida al suyo. Don Álvaro era un ´´rojo´´ según su padre, pues pertenecía a los tecnócratas aperturistas y al opus (era de la escuela de Fraga, López Rodó, Solís, etc.) Mis escritos los firmaba un compañero abogado, ´´ que era hombre ´´. Y de forma clandestina colaboraba con gente contraria al régimen. Viajaba de un lugar a otro de España con un carnet falso para poder hacer llegar todos los contactos y ayudas posibles para desestabilizar al régimen. Mi hermano continuaba en Francia, concretamente en Paris colaborando desde allí con todos los intelectuales españoles que tuvieron que exiliarse después de la guerra civil. Mi vida, la vida de Carmen, aquella joven de finales del 39 había cambiado y mucho. Era una mujer mayor, envejecida por el sufrimiento, la falta de libertad y el dolor de la familia perdida. ´´La familia ´´ que según los vencedores era el pilar de la patria, y a los que fuimos vencidos no teníamos derecho ni vivos ni muertos. Pero yo era igual que aquella jovencita del año 39 que luchaba por la libertad, igual no, con más ganas. Pues la libertad no se da, se gana día a día. Estaba segura que esta vez ganaríamos y las mujeres ocuparíamos el lugar que nos pertenece en la historia de este país. Que ellos llaman España, y yo llamo mi país, España. La historia la escriben los vencederos, ellos vencieron pero no convencieron. El resto, es otra historia…
Irene Llorca Cabezas
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