Fernando Y Warda, lectores experimentados, nos hablan de sensibilidad y de reflexión

Fernando y Warda son dos lectores experimentados que no se conforman con cualquier cosa que caiga en sus manos: buscan gran literatura, sensibilidad poética, temas de reflexión sin renunciar, claro, que supoene leer. Nos recomiendan dos libros clásicos, de los que, como decía Italo Calvino, siempre tienen algo nuevo que decirnos. La alegoría del esfuerzo y la ciencia ficción sirven de marco a dos libros inolvidables. Cuidado con los mundos felices: todo cuesta esfuerzo y más conquistar la libertad de ser uno mismo.

El viejo y el mar, de E.Hemingway


Se trata de una narración corta, entre novela breve y cuento largo, en el que Santiago, un pescador bastante mayor, afincado en de Cuba, lleva 85 días sin pescar ni una pieza, y como vivían de eso los pescadores, estaba en la más absoluta miseria.

Manolín, un muchacho del pueblecito, siempre le ayudaba en la mar con la pesca, desde muy pequeño, pero sus padres ahora no le permitían seguir haciéndolo por la mala suerte del viejo. Muy a su pesar, el muchacho tiene que buscarse otro patrón.

Cierto día, el viejo sale con su bote y parece que algo bastante grande ha mordido el anzuelo…, y así lucha con ese pez más de dos días enteros, hasta que sucede algo que le llena de alegría al viejo. Parece que la suerte se pone de su lado pero antes de llegar a la costa todavía tendrá que llevarse por delante bastantes tiburones si quiere salir a flote, económicamente hablando.

Es una lectura corta que no dejo de recomendar a la gente, como por ejemplo a Hasim, que si se leyó el guardián entre el centeno y le gusto por su gran calidad “comprimida” en pocas páginas, seguro que este libro le agrada igualmente.

Un texto poético.


En Un mundo Feliz nos encontramos en el año 2540 en el calendario cristiano (632 después de Ford). Las personas somos incubadas y nacemos predestinadas con una casta: O alfa, beta, gamma, delta o épsilon. De mayor a menor grado de importancia según el trabajo que desempeñen en la sociedad, así como de la inteligencia que poseen. Los épsilon desarrollrán el trabajo más duro de esta utópica sociedad, y digo utópica porque por muy duro que sea ese trabajo, todo el mundo es feliz, ya que en su incubación y en su desarrollo se utilizó la educación a través del sueño (hipnopedia), con la que se consigue que todas las castas de este ''Estado Mundial Feliz'' puedan aceptar su posición con resignación. Y si en alguna ocasión alguna persona se siente un poco ''incómoda'' con su vida, solo tiene que tomar un poco de soma, la droga que administra el Estado que hace que se sientan repentinamente felices y satisfechos con todo.

Bernard, el protagonista de esta novela, es un alfa pero es rechazado a causa de un error en su incubación que le hizo que fuera más bajo en estatura que la mayoría. Por esto viaja a Malpaís, una reserva de salvajes donde hay una sociedad antigua y en que todavía existen las guerras, enfermedades y tristezas, no como en el ''Estado Mundial''. Bernard decide llevarse con el a John, un salvaje de la reserva con el que se identifica mucho ya que él también es rechazado.

Así que, al llegar al Estado Mundial, Bernard llama toda la atención de sus amigos alfas (o más bien quien la llama es John el salvaje, aunque Bernard no se de cuenta), y quiere hacerse más y más popular a costa de John, sin tener en cuenta los sentimientos de éste. Pero... en Un mundo feliz no existen ni los sentimientos ni los valores; cosas como el amor, la tristeza, la amistad y la familia se han sacrificado para obtener un estado ''neutro'' de felicidad en que ni siquiera tiene alegría porque los sentimientos se han amputado.

He de decir que es un libro extraño y que parece raro de leer al principio, pero que es muy interesante porque cuenta un futuro que todos hemos imaginado alguna vez, en cierto modo. Tiene varios puntos psicológicos y una vez que empezamos a leerlo queremos saber más y más y que les pasa a los personajes principales.